Habitación: manual de huída

¿Creen Ustedes que, de verdad, la habitación es el castillo del enfermo? ¿Creen que se trata de un espacio sagrado donde solo los sumos sacerdotes de la salud operan? Para nada. Las habitaciones padecen, en ocasiones, más tráfico que plaza céntrica en hora punta y, en otras, es aconsejable que el paciente huya. Este es un manual básico de huída.

Preparar la estrategia es fundamental. Salvo en el caso de la visita médica en el que la huída, como aquí se ha escrito, es imposible, debe usted estar preparado. Procure, en primer lugar, que la puerta de la habitación este abierta y la cama a baja altura, facilita la huída fugaz.

Tenga preparada una estrategia extrema. Si, por un poner, una conversación de tres horas sobre la reparación de la dinamo de un automóvil le parece demasiado, llame de urgencia a la enfermera, pretexte un dolor agudo y pida medicamento. La enfermera vaciará la habitación y Usted ganará algo de silencio.

Detecte, amigo enfermo, las sillas más incómodas de las que rodean la maquina del café, esas que se mueven o son más estrechas y lleve allí a esa visita que no desea. No cometa el error de que se acomode en su cama, no se la quitará de encima en horas. Solo el cuñado esta autorizado a usar su cama (privilegio del cargo y es el único cómplice que Usted tendrá para adquirir bebidas prohibidas).

Definida la estrategia contemplemos los casos de huída indispensable.

Una de las razones serán, sin duda, esas intervenciones radiadas que algunas enfermeras gustan de hacer al vecino. Una de esas en las que se sienten obligadas a relatar las felonías a las que someten al torturado, en voz alta y para conocimiento del otro enfermo, una especie de amenaza, ahora iré a por ti, no te creas. La alternativa es retorcerte de pánico, esperando el turno del salvaje evento,

Nada más recomendable que la discreción en las visitas médicas de los otros. Es conveniente huir de la habitación cuando se produce la visita médica del vecino. Nunca sabes si por simpatía te va a caer una prueba más de las que tienes apuntadas, aprovecharán para revisar tu situación o, lo que es peor, recordarán alguna perrería que aún no te han hecho.

Cinco horas continuadas de conversación, cinco, sin pausa, entre vecino y acompañante disuaden a cualquiera sobre permanecer en la habitación, especialmente si los acompañantes se han convertido en cuatro o cinco, te han rodeado, incluido en el círculo mágico de sus secretos y te obligan a opinar sobre el descoque, mire Usted, de la prima Margarita.

La huída está especialmente recomendada cuando la señora del vecino ha decidido hacer balance de los días de asueto que el enfermo se ha tomado, que vaya morro que tiene el caballero, hacerse quitar una piedra y no esperar un par de semanas a que mi madre viniera a ayudarme. Huida necesaria porque Usted será, no le quepa duda, igual de culpable.

Los niños y niñas, tan encantadores son motivo adicional de huida no les quepa duda. Con pantallita, o sin pantallita, los infantes tocarán todos los artilugios, moverán la cama, tocarán su medicina, se apoderarán de sus cosas, le sacaran de quicio. Huyan en cuanto vean un tierno infante o sagaz nieta o llamen a la policía, por su seguridad.

Pero, amigas y amigos, hay un momento huida imprescindible. No solo deberá huir Usted de la habitación, sino tomar monedero, libro, tableta o cualquier otro artilugio periférico que le distraiga.

Hay un momento en que le tendrán fuera de su reino por tiempo: es cuando a su vecino le hacen la lavativa. Tiene una ventaja, no crean, permanecerá callado por horas, humillado y silente, sin acompañante que también habrá huido. Lástima que Usted no disfrutará el silencio porque habrá sido expulsado del reino de los efluvios.