El cuaderno del arquitecto

Lo malo de un ministro no es haber sido tertuliano; es continuar siéndolo. Sus argumentos tienen la levedad de lo efímero, se niegan al día siguiente y se expresan con la actitud del botarate histrión que corresponde al tertuliano de este siglo.

El Señor Wert resumió tal circunstancia en su apreciación del IVA escolar: “nadie puede decir si un cuaderno lo usa un niño o un arquitecto”. 

“Ahí nos han dao” . La culpa de que los padres anden de librerías de viejo y saldo buscando libros y cuadernos la tienen los arquitectos. Esos mismos a los que la ex – lideresa condenó a muerte no por encarecer los cuadernos sino por estética, que los liberales tienen, ya se sabe, más gusto que empatía con los que sufren. Profesión maldita, responsable de la burbuja junto a los inmigrantes demandantes de vivienda.

No veo yo, lo confesaré a estos señores tomando notas o dibujando en los cuadernos Rubio de caligrafía en lugar de los “moleskine” de oportuno gramaje ¿Merece la pena comentar la sandez del ministro ?

Pues si; no porque se trate de chascarrillo de tertuliano que solo busca ser el gracioso de la mañana. Debe comentarse por ser una expresión más de la política educativa del PP: cancelemos los malditos ochenta. La educación debe depender de la cartera, como siempre fue; no sea que cualquier hijo de vecino acabe de tertuliano en estos tiempos de escasez.

La contrarreforma educativa no solo lleva el marchamo de la segregación en cada una de sus medidas sino, fundamentalmente, el de la privatización. Si un padre no puede comprarle a su hijo un cuaderno de arquitecto debe ir al módulo de albañil, directamente. Por eso se acabará privatizando el bachillerato. Para que acaben estudios quienes deben y no cualquier bandarra.

Si, amigas y amigos: escriban los niños en papel de estraza; coman arenque seco a las puertas del comedor; usen libros reciclados; dejen la música para quienes la entienden; corran los desarrapados por los eriales y dejen las ciudades deportivas para los expertos en pádel; separemos a los niños de las niñas y dejemos que obispos bendigan a los pobres.

La vuelta a antaño es la venganza que la derecha, como alguna vez les he contado, esconde tras las neoliberales terapias de la crisis.

En cuadernos de arquitecto se escribirá un futuro que ha condenado a una generación; que borrará la ilusión de colegios e institutos; que derrotará a padres y familias enteras. A cambio eso si de que el IVA escolar ni siquiera sirva para que aumente la recaudación.

Pero eso es hablar de futuro y a un tertuliano solo le interesa los titulares de mañana.