Cosas chiquititas.

He ido a la Huelga. Tenía cuatro razones: la memoria de mis padres; el futuro de mis hijas; pegarle un grito a los golfos de las reformas, los recortes y demás zarandajas patrióticas y, desde luego, por respeto a los que se han currado el huelgón.

Es probable que el capitalismo no haya temblado. También, que los golfos de las reformas piensen que les queda tiempo para recoger votos y, seguramente, Alí Babá y los cuarenta banqueros piensen que ellos ya tienen la pela, que la deuda la paguen los obreros de ahora y del futuro.

Por eso os dejo con Eduardo Galeano:

Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.