Los “supergilipollas” del domingo

Resulta que un humorista islandés que afirmó desde el principio que no cumpliría ninguna de sus promesas electorales y que, a diferencia de los otros partidos que eran corruptos en secreto, sería abiertamente corrupto gana unas elecciones a la alcaldía de la capital de Islandia ganando al partido tradicionalmente vencedor y sacando mas escaños que los partidos de la alternativa (socialdemócratas y verdes).

Naturalmente, los politólogos, a quienes estas cosas les encantan porque pueden profetizar una vez más la crisis de la política, se han apresurado a profetizar la crisis de la política.

En el mismo día, un tipo con barretina irrumpe en la intervención de un cantante en un concurso y se va a su casa con una multa de mil ochocientos euros. Unos piratas, por nacionalistas españoles, piratean su web y califican de “supergipollas” al tipo de la barretina.

Naturalmente, los antropólogos, a quienes esta cosas les encantan, no dejarán pasar a oportunidad de resaltar el exhibicionismo simbólico de la barretina como expresión de los pueblos derrotados.

Casi al mismo tiempo, un tal Cesar, llevado de un ataque romántico, se apodera de la infraestructura de la Feria del Libro y convence a la locutora de que le pida matrimonio por micrófono a su chica en la tarde de Madrid. Apenas unas horas antes, dos pilotos del mismo equipo que están a punto de ganar una carrera automovilista sufren un accidente al tratar de adelantarse mutuamente y regalan la carrera al adversario.

Naturalmente, los sicólogos, a quienes encantan estas cosas, escribirán el correspondiente tomo sobre ambos asuntos.

O sea; que el mundo se llena de “supergilipollas” en domingo, a todo el personal le hace gracia el asunto y la astracanada se convierte en la forma de vivir y actuar.

Una rama de la economía, notablemente divertida, que se denomina economía del comportamiento, incluso creo que ha dado un Premio Nobel, viene a demostrar que bajo situaciones de incertidumbre se demuestra una violación de las elecciones racionales.

Así que ahora entiendo el comportamiento del Gobierno. No es que tendieran a ser una pandilla de cabrones como muchos pensáis sino que tienden a ser “supergilopollas”, de domingo maestros del comportamiento irracional. El que no se consuela es porque no quiere.