Se pobre y serás feliz…lo dice el pensamiento oficial

Si estoy advertido. Masoca que soy. Todos los domingos me leo las páginas salmón de El País. Y hecho: cabreo al canto. No tengo remedio; el faro y guía de occidente, en ayuda del pensamiento oficial, siempre encuentra la forma de pisarme los callos. Y esta semana no iba a ser una excepción.

Cierto que podría haberme yo fijado en varias reflexiones irritantes. Un tipo dice que rescatar financieramente a quien no se lo merece es aceptable si benefician a todos. De lo que deduzco que darme a mi un crédito para anticipar mis inversiones no es bueno pero alicatar las cuevas de Ali Babá y otros banqueros es ayudar a los pobres. En otra página se cuenta las maniobras europeas para poner al amigo en el Banco Central y, en alguna más, se deifica al jefe del banca central americano.

En esas lindezas andaba cuando llego a una entrevista de un tipo que tenía yo de recomendable lectura y me encuentro con esta perla de redacción: “cuanto más progreso económico realiza una sociedad, mas infelices son sus integrantes”. Naturalmente, un redactor del faro y guía de occidente no me mentiría y lo “requetemoderno” es tirar a pobre…

El tal Loewenstein se dedica, por lo que yo sabía antes de la citada chorrada literaria, a lo que se llama “neuroeconomía”. Si os gusta la comunicación y sois progres, habréis leido a Lakoff (No pienses en un elefante) y la cosa de los marcos: una expresión o palabra evoca un marco de reflexión, el cambio es cambiar el marco. Pues más o menos lo mismo pero en economía: las decisiones no se toman en función de la utilidad actual o esperada sino de emociones evocadas por la decisión. Uno, piensa Loewestenstein, prefiere sufrir ahora y ser feliz más tarde. Convertido queda en prócer del pensamiento oficial.

A mi me cae bien cualquier economista que no se alinee con el clasicismo conservador y de derechas y busque, también, alternativas al marxismo de la academia oficial. Pero hay excesos que debieran cuidarse. La idea de que todo profesional que busca beneficio tiende a corromperse pertenece al campo de la psicología de aeropuerto más baratilla (libro de autoayuda) como pertenece al campo de lo sospechosamente compasivo esa idea de que lo que hace feliz es dar y no recibir. O sea, que solo los pobres son generosos.

Tengo para mi que en tiempo de tribulación nada como echar mano de un científico que apañe el argumento. Esta mañana en Antena 3 un cerebro español fugado defendía a las farmacéuticas en el asunto del excedente de vacunas. El faro y guía de occidente apaña, me parece a mí, las ideas de este Loewenstein con bastante alegría.

Total. Pepiño tenía razón: me sube los impuestos para que no me pueda la codicia. Es que no se valorar mis emociones futuras y el glorioso porvenir que me aguarda.

Hay que joderse con el pensamiento oficial.