La tele sin publicidad: un regalo a las privadas.

Zapatero ha anunciado la expulsión de la publicidad de la televisión pública en horario de máxima audiencia. Qué bonito, una tele sin publicidad; qué hermoso, una tele de calidad, ya que con el dinero público sólo se hará producción propia magnífica, entretenimiento creativo, naturalmente.

Que me voy entusiasmando con esta utopía casi revolucionaria: vamos a expulsar al mercado y las marcas de la televisión pública. Es que Zapatero es un bolchevique. Aunque si Sarcozy ha hecho lo mismo y los propietarios y editores de televisión y medios privados lo piden, igual es que debo reflexionar más.

De entrada parece un nuevo regalo a las cadenas privadas. Como os he dicho más de una vez, las televisiones generalistas se han pegado un batacazo publicitario de aúpa en el primer trimestre por encima del 27%; en alguna de las privadas las cifras son de escándalo: Telecinco, por ejemplo, pierde un 40%.

O sea que lo primero que hará el gobierno, mientras prepara la nueva Ley de lo Audiovisual, es regalarle la tarta publicitaria a las televisiones privadas que se suma a la posibilidad de fusiones, un hermoso regalo que ya había decidido Sebastián, siempre atento a lo que demandan los grupos de presión, sean eléctricos o mediáticos.

Parece difícil construir una televisión lo suficientemente fuerte como para hacer frente a los medios de comunicación privados. Si el servicio de televisión se libera de la publicidad y debe competir con recursos públicos con un sector privado cada vez más concentrado se producirá, con la actual organización de los medios, lisa y llanamente, una mayor sumisión al poder político, suministrador de la tarta presupuestaria, y desde luego, mayor presión sobre los periodistas

El paisaje audiovisual español es extremadamente preocupante y está condenado a profundas reestructuraciones, fusiones y cambios de mercado. Es bastante probable que en el entorno de la presidencia se estén muñendo operaciones en ese sentido. (¿quién sueña a la seis más el cinco?).

Garantizar la pluralidad y la independencia es notablemente difícil en la televisión pública española. Y amparando procesos de concentración hará mucho más difícil el camino de la pluralidad de ideas.
En las actuales condiciones no se garantiza la viabilidad financiera de la televisión pública. La ausencia de publicidad podría dar un respiro al relato audiovisual; crear la posibilidad de un entretenimiento que no sea aburrido, dependa de modas y los múltiples amarillismos de los que nos contaminan las privadas. Pero me temo que las cosas no van por ahí.