Ética y comunicación digital: cerebros incompletos.

Ya son varias veces las que os informo de como funciona vuestro cerebro. Seguramente la comunidad científica, ante las dudas sobre el comportamiento humano, ha decidido analizar si se ha producido alguna mutación que justifique los habituales desmanes de los que es capaz la mente humana.

En esta ocasión comento los resultados de las actitudes cerebrales en materia de ética y las redes sociales. Ni más ni menos que de un Instituto en la Universidad de Southern en California llegan noticias sobre el asunto: un estudio sobre emociones y ética.
Bien es sabido que la ética y las decisiones justas requieren calma y tranquilidad. No me refiero a que haya que suspender la filosofía dos veces ni, como bien habréis aprendido en vuestras aprovechadísimas tardes de bachillerato, que la ética requiera pasarse tardes enteras en el césped, con un libro de Platón bajo el brazo naturalmente. Lo que quiero decir es que las decisiones éticas deben ser meditadas

Pues bien los investigadores han reflexionado sobre si la rapidez de respuesta en las redes limita nuestra capacidad cerebral de comportamiento ético. Que luego decís que los investigadores no se ocupan de cosas útiles.

Así que se han puesto a analizar el cerebro de trece voluntarios – cabe imaginar que tales voluntarios serían normales, no seáis malpensados, estimando que el tiempo de reacción va de seis a ocho segundos para empezar a tener una respuesta cerebral que debe ser más larga para ser sólida y adecuada en materia de emociones y decisiones éticas y morales.

La conclusión es que el tiempo ligado a elecciones morales no se respeta en la comunicación digital, habitualmente vertiginosa y poco reflexiva. Seguro que ya estaréis maquinando una justificación para las tonterias en cuanto os ponéis delante del facebook a mirar que color, personaje, o animal sois.

Sostienen los autores que las acciones y reacciones con implicaciones éticas requieren más tiempo: la tempestad de información produce cerebros incompletos. Ahí está: esa es la justificación que estabais buscando para cuando vuestros hijos e hijas pretenden llevarse el portátil a su habitación, la playa, o cualquier otro sitio.

O sea, muchachos, ya tenemos culpable para nuestras tonterías: el tiempo de la comunicación digital es el que hace que nuestro cerebro se comporte como si estuviera en formación.

Sugiere el estudio que, en la cultura de los nuevos medios, la rapidez con la que la violencia y el sufrimiento social se presenta, sea en redes, televión, cine o videojuegos. hace que nuestro cerebro se comporte con indiferencia porque no reacciona.

Vivir lentamente, en suma, ayuda, a reacciones éticas en la red. La pena es que te dejan tirado en el chat: es que no hay manera de tenerlo todo.