28 de Diciembre: un banquero concede un crédito al 3,5%.

Leyó, como cada mañana, su periódico salmón mientras acababa desganado la porra y el café. Subió al despacho conocedor de que, como los últimos días, apenas tendría llamadas, no sería reclamado por ningún asunto. Sin embargo, le sorprendió la llamada de su secretaria: el Director de contabilidad deseaba verlo; un nuevo disgusto, pensó.

Leyó lentamente el documento y su cara se transformó paulatinamente: parecía increíble, con el dinero que el gobierno había puesto en su poder, el banco había tapado sus agujeros y no perdería dinero. El banquero se dijo a sí mismo: puedo volver al negocio. Inmediatamente llamó al Director de cuentas de clientes que, subió al despacho, convencido de que le ordenarían cerrar nuevas líneas de descuento. Sin embargo, el Banquero le espetó con rapidez: Manolo, la lista de créditos pendientes. Escrutó el papel hasta encontrar lo que buscaba: un autónomo de Argamasilla pedía tres mil euros. Concédalo Manolo, dijo subrayando el texto.

Manolo se quedó perplejo; dudó pero formuló la pregunta. ¿Señor Director empezamos a dar créditos de nuevo? El banquero hizo un gesto de autoridad: no dilapide, Manolo, no dilapide. El banquero, de nuevo solo, sonreía, había vuelto al negocio, lanzado un mensaje claro al mercado; iba a pedirle a su secretaria que le pusiera con el Ministro y los otros banqueros y entonces descubrió la fecha, era 28 de Diciembre: no se lo creería nadie. Yo, tampoco.