El narcisismo mató al periodismo y tendremos que poner la pela, lo veo venir

Es proba costumbre ocuparse los domingos de los que sufren. Por ejemplo, de los peor tratados en esta crisis: banqueros y periodistas. Los primeros, arrojados a las cloacas, condenados a la reducción salarial y a vivir en el albergue de la subvenciones públicas. Los segundos, editores y periodistas, tras haber sido líderes globales, reducidos a la condición de parados y vendedores de activos sin valor.

El domingo fui a reflexionar a mi ONG para salvar el periodismo (soy el único miembro) pero como otros asuntos me han entretenido no he podido contarlo. ¿Qué lo de la ONG es maldad mía? : un sesudo informe norteamericano , pasmaos, propone, entre otras cosas, que la prensa se considere una actividad no lucrativa.

En la década de los ochenta y noventa, cuando trabajaba diariamente con los medios, recibía mi primera llamada a las nueve de la mañana; a las once, ya había hablado con todos y visto a tres o cuatro. Esto sería ahora imposible: todos están en las tertulias televisivas.

La conversión de redactor en editorialista es progreso profesional. Lo malo es que sus sucesores ya no llaman ni visitan: leen blogs, páginas web y van a ruedas de prensa. Esto es, el que haya construido una buena reputación digital o un buen sistema de relaciones públicas saldrá en los medios (para eso estamos algunos a módico precio, oiga).

El redactor se ha convertido en una agencia. El modelo de periodista en tertulia y de plumilla explotado en la web fue acogido con albricias por los editores que se han dedicado, en lugar de ser el diario de la mañana, la tarde o el atardecer, a ser, también, excelsos opinantes en el mundo global, vivir de la burbuja y realizar inversiones que fracasan con espectacular estrépito.

El domingo, además de comprar un periódico a modo de limosna caritativa, encontré un recomendable artículo, firmado por Walter Pincus, que viene a decir que la crisis del periodismo tiene su origen en su narcisismo. La búsqueda del éxito social de editores y periodistas ha convertido en habilidad perdida lo que mejor sabían hacer: buscar noticias.

Las cosas que interesan a los lectores suceden al margen de los periódicos. Ahora, los editores se encuentran con un problema de credibilidad: cuando pillan a un inmoral no es porque hagan su trabajo sino porque un funcionario venal les pasa un dossier; hablan de salvar el periodismo y despiden periodistas; critican el paraguas del estado al que se acogen los mortales, y ellos reclaman intervención para salvar su causa.

Dicen los sesudos norteamericanos citados que la solución es sencilla: Financiación pública urgente, apoyo de las fundaciones sin ánimo de lucro, periódicos como entidades no lucrativas y apoyo de las entidades filantrópicas. Leed, leed, que va en serio y me lo veo venir

¿Qué os parece un porcentaje del IRPF como los curas o una subida de impuestos para pagar periódicos?: lo de los consultores es que demos ideas, oye