A Cebrian le cortan el móvil: esto no es lo que fue.

Cuentan las malas lenguas, qué digo malas, malvadísimas, que le cortaron el móvil a Cebrián. Imaginadlo ahí, reducido a la condición de cualquier autónomo de los que por cuatro euros de “ná” nos cortan la línea.

Bueno; en su caso eran 300.000 pero no pretenderán compararse alguno o alguna de ustedes, simples mortales, con el gestor del faro y guía de occidente y del primer negocio global del mundo editorial, del uno al otro confín.
Quien no tiene un problema de tesorería en estos días; quién no tiene que vender una televisión, por un poner, antes de que una TDT de pago te devalúe tu plataforma; quién no tiene que trocear su empresa y buscar socios que la salven a pedacitos o quién no tiene que pedir un crédito en una quincena o le embargan el negocio. Son cosas que pasan y no deberíais verlas con tanta delectación, que se os nota.
Vale; que estos chicos eran unos prepotentes; que disfrazaban que su negocio de calidad era parte de la burbuja inmobiliaria; que tal negocio global y de calidad solo era apalancamiento financiero; que iban de primeros de la clase dando lecciones de lo que hiciera falta. Cierto, cierto. Que todavía hoy dan lecciones de cómo salvar periódicos despidiendo periodistas. Es verdad.

Pensáis que los gestores que han destrozado un asunto deberían dejar de cobrar o marcharse a casa, renovación de élites lo llamáis. Ah, no; no entendéis nada de salvar corporaciones, el capitalismo o, lo que es más importante, la libertad de expresión en occidente. Entended, por una vez, el fondo del asunto: si a Cebrián le cortan el teléfono se acaba la libertad de expresión, el periodismo de calidad y la independencia editorial. Entendedlo si queréis comprender el universo.
Llega el momento: la próxima pasta se la llevan los propietarios de periódicos y televisiones. Ahora estaréis pensando, bueno si se lo llevan los cinco mil periodistas que han despedido. ¿A dónde iréis con tamañas ideas? ¿Queréis destrozar el mundo?


No; las cosas no funcionan así: hay que darles pelas para que paguen deudas por que la calidad exige pagar; hay que regalarles el sector público que queda; hay que permitir concentraciones y fusiones; hay que pasarles dinero público en publicidad; hay que permitirles unos buenos ERE y que contraten periodistas por pieza.

Hay que salvar la libertad de expresión muchachos: a ver si creéis que vosotros y vosotras con vuestros blogs; con vuestros modestos y atrabiliarios panfletos digitales; inventando modestos medios, como al principio de los tiempos, vais a tener información veraz e independiente. Para nada.

Cebrián sin móvil, la libertad de expresión en riesgo: Esto no es lo que fue.