La moda: “Empleos británicos para los trabajadores británicos”

En realidad, no sé si este texto va sobre las cosas que pasan en las crisis entre los trabajadores; sobre las cesiones a la extrema derecha o sobre las tonterías que dicen los responsables políticos cuando se les calienta la boca.

El hecho es que, durante toda la semana, en el sector de la energía inglés ha habido numerosas tensiones y protestas. Los sindicatos han impulsado movilizaciones por un subcontrata concedida por Total a una empresa italiana. La razón no es de índole económica sino que esta subcontratista solo utiliza trabajadores italianos y portugueses. Lo mismo ha ocurrido con los contratistas de una refinería y una central eléctrica.

Para reforzar la idea, notables miembros del Partido Laborista recuerdan que en los Juegos Olímpicos sólo trabajan un sesenta por ciento de británicos y que ese porcentaje puede repetirse en las obras de infraestructura del plan de relanzamiento. Han propuesto al Primer Ministro que haga una declaración en el Parlamento y anuncie cambios en la legislación laboral. O sea, que sindicatos y laboristas animan las carteladas con “extranjeros fuera”. Todo moderno, progre y obrero, al parecer.

La cosa, amigas y amigos, es que a Brown se le calentó la boca el día que lo eligieron Lider del partido y en su primer discurso soltó la frase de marras: “Empleos británicos para los trabajadores británicos”

Fantástico. Tiene razón el ministro italiano cuando dice que la cosa raya en el racismo. Claro que dicho por un gobierno que no deja de amenazar a inmigrantes de todos los continentes con la expulsión y en un pais donde hay una ola de racismo desatada parece un sarcasmo.

Ha bastado con que una extrema derecha inexistente en el Parlamento inglés haya alzado la voz para que los diputados pidan medidas que corten su crecimiento. Medidas que no consisten precisamente en una explicación de la crisis, sino en darle la razón al facherío realmente existente. Más o menos la estrategia que en Francia le dio poder a lo más reaccionario.

En 1979, en aquel crudo invierno de crisis, los sindicatos ingleses se enfrentaron, aunque perdieron, con el Thatcherismo. En este invierno de crisis han decidido enfrentarse con otros trabajadores, que por cierto no son magrebíes, árabes o latinos sino de la mismísima Unión Europea , para que vean donde empieza el sur; una Unión que, por si no se sabe, quiere presidir el Señor Blair.

Por aquí hay un ministro al que se le calienta la boca con el consumir español, apenas a un centímetro del trabajo para los españoles. No son buenos tiempos para el sentido común. Mal rollo; mal rollo.