Porquería de salarios: “inframileurismo” realmente existente

Ahora que lo ha dicho El País ya nos podemos preocupar y llenar las tertulias de sesudos debates: los salarios son una porquería. Bravo; nada como el periodismo de investigación.

En 2003 un grupo juvenil presentó en una de las campañas electorales un cartel que, con brocha de váter incluida, denunciaba el asunto. CC.OO y UGT han insistido en el tema de forma abundante. A principio de año la OCDE denunció la situación española en un informe sobre el tema.

El País que se siente inventor del término persiste en afirmar que la gente será “mileurista” para siempre. Va a ser que no: esa cantidad es una promesa inalcanzable para la mayoría de los jóvenes, formados o no, y para la mayoría de los trabajadores de los sectores con baja productividad, o sea, en España casi todos.

Pues la cosa es que el asunto no viene de hoy. De hecho tiene fecha más o menos en los noventa. Fue entonces (teníamos los jóvenes más formados de nuestra historia, etcétera ¿recuerdan?) cuando entre los corrillos económicos, tertulianos y ministerios de trabajo que fueron, y que luego han sido, se puso de moda afirmar que un mal trabajo y un mal salario es mejor que ningún trabajo. Y esa ha sido la máxima de la modernidad económica española

Fantástico lema. Una vez justificado sólo quedaban unas cosillas por hacer. La reforma del mercado de trabajo, la afirmación de la temporalidad, la gestión de las ETT y la disminución del poder negociador de los sindicatos. Dicho y se hizo. Y todos los gobiernos, los más sociales y los menos, han mantenido el asunto.
De paso, el tiempo se ha acumulado y se han encontrado un par de chivos expiatorios que parecen justificar el asunto: la globalización y la competencia de los inmigrantes.

La globalización supone que los trabajadores españoles compiten con países de bajos salarios (este de Europa y en desarrollo) y que si se elevan aquí las empresas se van. Vale; deslocalización evidente en parte de la industria, Pero dígase la verdad: la mayoría de los puestos de trabajo no son exportables y eso no ha elevado su nivel salarial. Lo mismo podría decirse de segmentos enteros del mercado de trabajo donde la inmigración no ha entrado.
No; la verdad es que lo grueso del “inframileurismo realmente existente” se debe a la desregulación laboral y a un modelo económico que ha apostado por la baja productividad, la especulación y por una radical desigualdad de rentas que, además, penaliza el talento de los más formados

Mientras algunos sueñan con el “mileurismo” digamos algunas verdades: que la mayoría de la gente (sin horas extra) no pasa de los 900; que casi un 20% de los trabajadores no llega al 60% del salario medio (definición europea de trabajador en pobreza); que los salarios reales no han crecido en la última década; que a ningún gobierno le ha importado un pimiento el asunto.