Crisis del periodismo o crisis del negocio.

Trabajo con periodistas desde 1983. Desde distintas perspectivas y cometidos profesionales he ido observando la evolución de su trabajo. Una cosa puedo decir como resumen de estos años: a medida que aumentaba el ”glamour“ de la profesión, la influencia de las empresas, el negocio de los medios y crecían los discursos del periodismo de calidad ha disminuido, precisamente, la calidad del empleo de los periodistas.
Esas empresas periodísticas que alardean de responsabilidad social, primacía ética y son faro de la moralidad occidental tienen a la mitad de sus periodistas en condiciones precarias, con cobertura social dudosa, sin convenios, y aprovechan sin descaro el exceso de la titulación profesional. Tres cuartas partes del material que publican proceden de periodistas a la pieza. En los medios audiovisuales la contratación es mercantil más que laboral y las redacciones se llenan de becarios y becarias explotados.
Estos días he escuchado a Magis Iglesias quejarse de ello y alertar de los riesgos de la crisis sobre los periodistas. En realidad, lo que uno puede observar es que los gestores del negocio periodístico son casi tan “eficaces” como los banqueros.
Seguramente por ello, la Asociación de Editores de Diarios Españoles se ha apresurado a pedir ayudas al gobierno ya que la crisis, vía reducción de publicidad, parece afectarles. Si he entendido bien a estos empresarios, voceros de la responsabilidad social, una prevista reducción del 20% de la publicidad ya ha aconsejado la pérdida de un millar de empleos procedente del Grupo Zeta y Localia. Mientras Prisa vende activos, el País prepara prejubilaciones, y se habla de 200 despidos en Unidad Editorial (Mundo, Marca Expansión).
He leído hace unos días que “el periodismo es un arte que funciona como un negocio”. Frase brillante pero cínica. Creo que hace tiempo que es un negocio bastante artero. Tantas reflexiones sobre el final del periodista (a manos, antes de ayer, de internet; ayer a causa del periodismo social y, hace una hora, de los “blogueros”) y resulta que la crisis era del negocio.
Ese negocio, el de los editores de diarios, que no ha tenido empacho en vivir del exceso de crédito y los bajos tipos de interés; de la exuberancia de los mercados y de llenar páginas y cuadernos enteros de boletines inmobiliarios. Han vivido de la burbuja – naturalmente era una demanda del periodismo de calidad- y ahora querrán ser salvados mientras empeoran, de nuevo, las condiciones laborales.
Lo que está en crisis no es el periodismo sino el modelo de negocio. Veamos si el capitalismo refundado es capaz, también, de refundar el modelo de negocio de los medios